La última nevada en la Ciudad de México

El 10 de enero de 1967 el Servicio Meteorológico pronosticó una alta probabilidad de nevada en la Ciudad de México, pero los periódicos de la época, incrédulos de aquella predicción climatológica, apenas publicaron un párrafo en sus páginas interiores al respecto.  Ese mismo día y ante la incredulidad de todos, a las 23:30 horas, plumas de nieve empezaron a caer al sudoeste de la capital.

Primero se cubrió de blanco  San Jerónimo, el Pedregal de San Ángel, la Unidad Independencia, Mixcoac, Tacubaya, Chapultepec, para que al fin a las 01:30 horas del miércoles 11 de enero de aquel año, la nieve empezar a cubrir el Paseo de la Reforma y finalmente el Centro Histórico junto con el resto de la capital del país.

Los habitantes durante la nevada en la Ciudad de México

Con la nariz pegada a las ventanas de sus casas o en los restaurantes nocturnos en los que cenaban, los habitantes de la Ciudad de México, sobre todo los más jóvenes, no podían creer lo que veían: una ciudad nívea que los remontaba a los paisajes nevados de Estados Unidos que salieron en la película Qué bello es vivir.

Aunque aquello no era tan nuevo para todos los capitalinos, pues resulta que la última nevada que la ciudad experimentó fue la de 1940, es decir 27 años atrás, sin embargo los habitantes creían que ya había pasado mucho tiempo desde entonces.

Al amanecer los dos principales diarios del país (El Excélsior y El Universal) amanecieron con titulares que decían: “Nevada Cayó sobre la Ciudad de México Esta Madrugada” y “Llegó ya la Nevada Hasta el Centro de la Metrópoli”, en sus portadas había además varias fotografías de la carretera México-Toluca bloqueada por la nieve.

Además, en los interiores de esos periódicos, destacó una casi irreal foto de la Diana Cazadora con copos cayendo a su alrededor.

Pero los habitantes de la Ciudad de México tuvieron poco interés en comprar un diario y mucho menos en sentarse a leerlo, porque estaban hacía muñecos en la banqueta o sobre los cofres de sus Volkswagen, se arrojaba bolas de nieve o simplemente se retrataba con el blanquecino panorama de fondo.

No todo fue felicidad

Sin embargo la nevada en la Ciudad de México no fue sólo eso, producto de la intensa lluvia y el deshielo, el Río de los Remedios se desbordó generando la obligada  movilización de los servicios de emergencia y la puesta en marcha del Plan DN-III del Ejército, dejando en evidencia que la Ciudad de México y sus habitantes no estaban preparados para temporales así.

A la vez en el resto del país, sobre todo en el norte, hubo carreteras bloqueadas, gente de las zonas altas de Chihuahua, Coahuila, Durango o Zacatecas que quedó atrapada y tuvieron que ser rescatadas o al menos enviarles ayuda para que no murieran de congelamiento o hambre.

En la capital mexicana la nieve poco a poco se fue diluyendo, para el 13 de enero ningún rincón de la Ciudad de México estaba nevado, con excepción de la Marquesa, lugar al que muchos habitantes del antiguo D.F. fueron para prolongar aquella alegría que duró muy poco. Han pasado 50 años desde entonces y la nieve no ha vuelto al corazón del país.

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